Desde hace más de tres generaciones, nuestra familia ha mantenido viva la tradición de la marroquinería artesanal. Todo comenzó en 1952 cuando mi abuelo, Don Ricardo, estableció su primer taller en el corazón de la ciudad.

Cada producto que creamos es el resultado de técnicas transmitidas de padre a hijo, combinadas con la innovación y el diseño contemporáneo. Seleccionamos cuidadosamente el cuero más fino, trabajándolo con herramientas tradicionales y la paciencia que solo los verdaderos artesanos conocen.

Nuestro compromiso va más allá de crear productos excepcionales. Creemos en la sostenibilidad, en apoyar a los proveedores locales y en mantener vivas las tradiciones que hacen único a cada producto.